Sobre Nevada's Ferrets

El detonante de la " fiebre huronil"

Desde pequeña como buena amante de los animales, me dedicaba a coleccionar cualquier artículo o imágenes de animales que encontraba. Y lo guardaba todo  en un archivador, como si de un tesoro se tratase. Cuando se desató mi pasión por la lectura, con las pagas semanales que mis padres me daban, en la mísma línea de querer saber más sobre todo animal existente, ahorraba para comprar libros sobre ellos.

 

Os cuento esto, porque creo que fue el inicio de todo: el detonante. Ya que un día adquirí un libro titulado "NAC:  Nouveau Animaux de compagine", en español: nuevos animales de compañia, y como imaginaréis en este libro se hablaba evidentemente  de los hurones.

Creo que fue entonces, cuando se desató mi curiosidad hacia estos pequeños carnívoros.  A raíz de ahí, fui intentando recopilar más información sobre ellos, aunque era consciente que no podría tener un hurón hasta bien pasados unos cuantos años.

 

El tiempo pasó, y un día paseando con mi pareja pasamos delante de una vitrina de una tienda de animales, en la que se hallaba un hurón en una jaula. Al verlo me detuve y le comenté a mi chico el deseo de tener en un futuro más o menos próximo un hurón. Y ahí quedó esa conversación.

 

Tiempo después, tuve un conejo que falleció trágicamente, lo cual me afectó muchíssimo. Mi pareja al ver mi tristeza decidió darme una sorpresa llevandome a una tienda de animales con algún pretexto, que a decir verdad  a dia de hoy no recuerdo muy bien. Su intención era regalarme otro conejo, por aquello de que como dicen las penas con pan son menos. La cosa es que al llegar a la tienda, me dijo el verdadero motivo de ir a la tienda y al entrar, él detuvo su atención en los conejos, pero yo no pude evitar ver que justo encima de los conejos había un precioso hurón, al que no podía dejar de mirar. Mi pareja se percató de la situación, y recordando, imagino aquella conversación de ataño en la vitrina, me preguntó que qué quería si el conejo o el hurón.

 

En aquel momento sinceramente me ví en un aprieto, puesto que yo no soy chica de pedir  y además sabía que el coste del hurón era mayor que el de los conejos (sobre los que por cierto apenas ni presté atención). Pero sin  mediar palabra ante tal situación, no podía evitar hacerle ojitos al hurón. Así que mi chico sin dudarlo  ni un instante "decidió por mi". Y así fue como arrancó  "la fiebre huronil" con la llegada de mi precioso Joey a nuestras vidas.